ANSIEDAD DE SEPARACIÓN (1ª PARTE)

by Cristina

Como vimos anteriormente, cada niño establece una relación especial con una figura de apego primario. Nos hemos referido a ella como madre (y seguimos haciéndolo así) porque habitualmente suele ser ella, pero esa figura bien podría ser el padre u otra persona. A partir de la relación que se crea con la madre, el bebé irá estableciendo relaciones con otras figuras de apego secundarias. En función de lo sólida y segura sea la relación con la madre, lo serán el resto de relaciones que establezca a lo largo de su vida.

Las conductas de apego que mantienen la relación entre madre e hijo son instintivas. Nadie nos enseña a querer a nuestros bebés, a desear cuidar de ellos… Y los bebés no podrían sobrevivir sin alguien que les alimente, les cuide y les proteja. Sin embargo, las costumbres sociales se imponen muchas veces en contra de nuestro instinto y entonces surge el conflicto. Una de estas situaciones se da cuando nos vemos obligados a pasar mucho tiempo alejadas de nuestros bebés.

En la primera entrada en la que os hablaba del apego, explicaba que es un vínculo emocional que impulsa a madre e hijo mantener la proximidad y a resistirse a la separación. Y cuando esto ocurre, madre e hijo sienten ansiedad y desolación. Las madres muchas veces racionalizamos (el aprendizaje influye en gran medida en nuestra conducta). Los bebés, sin embargo, muestran una conducta mucho más instintiva y dan rienda suelta a su angustia.

La respuesta del niño ante la separación dependerá de varios factores:

– La edad del niño: Antes de los 3 años, los niños toleran mal la separación y a partir de los 5 años suelen llevarla mejor.

– La duración de la separación: Como vimos en la entrada dedicada a la situación extraña, basta una breve separación para que haya una reacción por parte de los niños y cuanto más largas sean las separaciones, más intensa será la respuesta del niño.

– La frecuencia de las separaciones: Igualmente, cuanto más frecuentes sean las separaciones, más intensa será la reacción del niño, pudiendo mostrarse desconfiado a nuestra vuelta por temor a que nos volvamos a ir..

– La persona que sustituya a la madre: Si se trata de alguien al que el niño conoce bien y que le presta atención, el niño soportará bastante bien estar unas horas sin su madre..

– El tipo de vínculo de apego establecido con la madre: Tras una separación prolongada, incluso los niños con un apego seguro pueden mostrar conductas ansiosas o ambivalentes cuando su madre regresa. Pueden ignorarla (mostrando así el enfado por su ausencia) o exigir toda su atención de forma constante. Es importante comprender estas conductas y reaccionar mostrando afecto.

 

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